21 agosto 2009

Sobre la sensación de vacío

Últimamente, cuando me inclino por la teoría de que "la normalidad existe y yo no formo parte de ella" (frente al "todo el mundo tiene su pedrada" de Pablón) me ha dado por pensar en un rasgo concreto. La "sensación de vacío" o "vacío existencial".
Según esta teoría los "normales" desconocen esa sensación, no tienen que vivir con ella. De hecho nunca la han sentido. Tratar que la entendiesen sería como intentar explicar cómo se siente el dolor a alguien con CIPA o el color azul a un ciego de nacimiento.



La sensación de vacío es bastante literal. Se siente como si tuvieras dentro de ti un hueco que nada llena. Una necesidad de algo más, un hambre del alma que no se sacia con nada. Una insatisfacción permanente, incapacidad para ser feliz
Lo usual es intentar llenarlo con cualquier cosa: juergas y golferío, drogas o alcohol, trabajo, hobbies, lectura, juegos de ordenador... Pero todo lo que uno prueba en el mejor de los casos sólo consigue distraerle temporalmente, en cuanto cesa la actividad vuelve. Es por ello que quienes lo sufren tienden a practicarla de forma compulsiva. Y cuando finalmente ese pequeño filón de motivación temporal se agota uno siente angustia y ansiedad. La sensación de vacío “le come”.
Uno siente, en definitiva, que nada tiene sentido y siempre le falta el ingrediente clave para poder sentir felicidad.

Una forma de definirlo muy apropiada sería: "el vacío existencial es la sensación de falta de sentido en la vida, de tedio, de no saber para qué se vive, lo cual lleva al aislamiento y deterioro de la relación con la familia y la sociedad."
Hasta aquí es a donde llego por medios propios, descripción y definición. Buscando algo de información seguiré desarrollándolo.

¿Qué causa el vacío existencial?
- Sufrir frustraciones contínuas
- Incapacidad para marcarse objetivos personales.
- Rutina, pocas actividades creativas
- Sobre todo la falta de afecto y de relaciones sociales enriquecedoras

El vacío existencial está relacionado con la depresión. No está claro si es una causa o una consecuencia. Yo más bien diría que es un síntoma.
También está relacionado con el trastorno bipolar, en sus fases de depresión lo siente con toda intensidad y en las de manía trata desesperadamente de encontrar algo que le llene, que le haga olvidar ese vacío aunque sea por un instante.

¿Tiene cura?
Claro, unas cuantas. Dejando a un lado las más drásticas (suicidio, lobotomía…) se puede hacer psicoterapia unos añitos (ya sabéis lo que opino al respecto).



O también se puede tratar de seguir el siguiente esquema:
• Conocer y saber expresar los aspectos que agradan de uno mismo y de otras personas.
• Compartir momentos de esparcimiento con familiares y personas cercanas mediante actividades como el juego, fiestas o asistir al cine, teatro u otros espectáculos recreativos.
• Generar experiencias agradables y únicas con las personas cercanas; ello se logra dando mayor atención a los detalles, sorpresas, regalos, fantasías y buen humor.
• Mejorar el contacto físico para profundizar las relaciones de amistad y de amor. Este aspecto incluye la manera en que se saluda de mano a los semejantes y los abrazos, besos y palmadas en el hombro que se intercambian con amigos y familiares, sin olvidar la importancia de las relaciones sexuales con la pareja.
• Cooperar voluntariamente en la realización de actividades con un fin común, contemplando para ello desde mover un mueble entre dos o más personas hasta organizar juegos o trabajos en equipo.
• Compartir una actividad creativa con los seres cercanos; por ejemplo, el decorado de la casa, escribir un poema, planear unas vacaciones o la creación de pequeña empresa.
• Disfrutar del éxito obtenido a través del trabajo en grupo, dando su justa dimensión al logro de metas importantes mediante el esfuerzo combinado con otras personas.
• Conversar sobre las vivencias cotidianas, anécdotas o recuerdos, así como aprender a escuchar con atención los relatos sobre lo que le ha ocurrido a otros.

El objetivo de esta propuesta es ayudar a generar chispas motivacionales, es decir, que los pacientes logren crear proyectos de vida interesantes por cuenta propia y que los compartan con sus semejantes. Sobre todo evitar que quien padece la sensación de vacío se abandone y se aísle en una burbuja (que es lo mas usual) cuando lo que debería hacer es reforzar sus relaciones humanas.

Se podría resumir todo en un: "Haz mas vida social, de todo tipo". El problema que veo en mi caso es que la vida social "normal" no me llena. Las relaciones sociales que he observado en los demás, cuando he intentado formar parte de ellas nunca me han satisfecho. Por concretar un poco, en toda mi vida me he sentido distinto a todos, fuera de lugar, desplazado, diferente, incompatible... excepto con una única persona. Y con mis 3 o 4 amigos más íntimos me he siento diferente-pero-comprendido (que aunque no lo parezca para mí es mucho). Con todos los demás he sido "el raro" a secas.

También están las paranoias de perro viejo, el "ya es tarde para cambiar, son muchos años siendo viviendo amargado e infeliz, no conseguirás librarte nunca de eso." y el "aunque consiguieras cambiar ya has desperdiciado la mejor época de tu vida, ya nada será lo que habría sido de haberla vivido en su momento, ¿para qué molestarse?"

Más info sobre el vacío existencial aquí.

07 agosto 2009

La escritura como una terapia de doble filo

Siempre he considerado el acto de escribir como una especie de terapia. Todos tenemos problemas, unos más grandes que otros, y hasta ahora siempre había visto la escritura como algo positivo.

Hay quien lleva un diario y al estar escrito sólo para sí mismo se permite ser completamente sincero como no podría serlo con nadie.
Otros escriben cartas, dirigidas a alguien real o imaginario, que no llegan a enviar nunca. En ellas hacen planes locos que jamás se atreverán a realizar, o cuentan las penas y alegrías del día a día.
Abundan quienes para tomar una decisión difícil redactan una especie de informe valorando las diferentes opciones, o al menos la versión resumida: una lista de pros y contras.
Algunos fantasean y plasman en forma de relatos todo lo que produce su imaginación desbocada, desquitándose así de la aburrida realidad.
Tampoco es raro que se escriban poesías, tratando de expresar (y alimentando con ello) sentimientos difíciles de traducir a palabras.
Y por último estamos los que tenemos un cuadernillo o blog "vomitapenas", en el que volcamos toda la mierda autocompasiva que producimos y escribimos nuestras paranoias, desvaríos e idas de olla en forma de pequeños artículos o ensayos, sabiendo que en un mundo de normales no tienen cabida.

Viéndolo así, escribir (en el formato que sea) sirve para confesar lo inconfesable (con el alivio que conlleva), no sentirse tan solo, analizar y concretar ideas para tomar decisiones, evadirse de la realidad, alimentar sentimientos y hacer de laxante emocional sacando fuera los sentimientos negativos que nos envenenan. Todo positivo para nuestra salud mental, ¿no?

Pues no.

Hace poco descubrí una situación en la que escribir es completa y absolutamente contraproducente: Cuando el problema es crónico.

Pongamos por ejemplo alguien con la autoestima muy baja, de los que al cruzarse por la calle con gente riendo inevitablemente piensa que se ríen de él. O alguien con distimia (depresión crónica). O con cualquier tipo de complejo (que se crea gordo, feo, que no liga, que no tiene amigos…). Quizá el común denominador de todos ellos sea que se lamentan en vez de afrontar su problema y tratar de solucionarlo.
En casos así la escritura no ayuda.

Si escribe fantasías para evadirse de lo triste que es su vida ese pequeño alivio es falso, y evita que haga algo REAL para salir del pozo.
Si escribe un diario o cartas para no sentirse tan solo sigue siendo un parche, en vez de buscar a alguien a quien realmente pueda contar esas cosas.
Si uno tiene complejos o problemas de autoestima dejar fluir la mierda escribiendo sobre lo infeliz y desgraciado que es sólo consigue alimentar el fuego.

E incluso en el mejor de los casos, si quiere hacer algo por cambiar su situación, al tratar de analizar sus miedos para entenderlos mejor con el tiempo sólo consigue acrecentar su problema. Como si tienes un grano y te pasas el día mirándolo con una lupa, al final tu percepción del problema acaba distorsionada y acabas convencido de que es mayor de lo que es en realidad. Y aquí entra ej juego "la profecía que se autocumple", como un tío que tiene un gatillazo y en vez de aceptarlo como algo puntual y seguir adelante empieza a darle vueltas, preocuparse y aterrorizarse pensando que es impotente y que jamás podrá satisfacer a una mujer... Lo más probable es que la próxima vez le pase de nuevo. Él ha convertido algo nimio o puntual en un problema serio y enorme.

Ahora se supone que debería decir: “La forma de encarar éste tipo de problemas es…”

La pena es que aún no la he descubierto