25 mayo 2022

El fantasma de las navidades pasadas


Este lunes se apareció ante mí el fantasma de las navidades pasadas, causando ciertos estragos.

En un primer momento me costó reconocerlo sin su peto vaquero, pelo largo ondulado y costra en la barbilla como le recordaba.

Se me apareció para atormentarme acerca de mis errores del pasado. Para hacerme revivir la agonía de mis antiguos fracasos. Para arrastrar mi mente de vuelta a los oscuros años de la paranoia de la tienda de camas. Para desenterrar mi trapos sucios, mis vergüenzas más íntimas, y flagelarme con ellas hasta el hueso. Para echarme en cara los daños causados y exigir penitencia por todos los agravios...

En realidad no, no ha sido así en absoluto. Lo cierto es que ha sido como un viejo amigo que te encuentras por casualidad y se interesa por saber qué tal te ha ido la vida. Ha sido simpático y agradable. Sólo nos ha faltado la cerveza mientras nos poníamos al día, ese era el tono.

Pero conociéndome el efecto ha sido el antes mencionado. Sí, el lunes tocó crisis. Como excusas diré que últimamente no he estado muy boyante y me pilló con la guardia baja.

El fantasma de las navidades pasadas no ha hecho nada inapropiado. Pero mi pasado, mi vida, yo, siguen siendo temas tabú, heridas abiertas, un nervio desenterrado y expuesto. El problema soy yo y mi superpoder para fijarme obsesivamente en lo peor de mí mismo. El centrarme en mis fracasos, en las épocas oscuras, en los pensamientos más lúgubres y en todas las cosas de las que pueda avergonzarme, con y sin motivo. El viejo hábito de buscar hasta debajo de las piedras munición que usar contra mí mismo... Sun Tzu estaría maravillado de verme: Su dominio de las artes de la guerra es espectacular, consiguiendo infligir el máximo daño. Pero se hace la guerra a sí mismo, por lo que asombrosamente la gana y la pierde al mismo tiempo.

Y ahora la parte positiva. La parte buena es que la crisis sólo ha durado ese mismo día, y ha sido de intensidad moderada. Calculo un 4.9 en la escala Richter de las crisis personales: bastante movimiento y ruido pero sin llegar a causar daños considerables. Antaño por algo así me habría hundido durante semanas. De hecho la última vez que me crucé con el fantasma de las navidades pasadas acabé en el hospital. 6 puntos de sutura. Por idiota.




Ayer y hoy ya he estado más tranquilo, aunque todavía algo tocado, descentrado, dedicando más tiempo del que debería a pensar en mi pasado y en el propio fantasma. Consecuencia, sin duda, de tener el dial de las emociones subido un par de puntos por encima de lo normal. Y de mi manía de ensayar conversaciones imaginarias. Pero incluso esto acabará pasando y volveré a mi normalidad en la que todo va "bien" o, al menos, es llevadero... mientras no piense demasiado en el pasado. Ni en el presente. Ni me fije en las vidas de los demás y me dé por comparar...




Siendo sincero y tras darle vueltas tengo que reconocer, por mucho que me cueste, que no todo lo que compartimos juntos fue malo ni traumático. Siendo justos la parte mala ni siquiera es lo más representativo de lo que vivimos. Hubo muchos más momentos agradables y felices. Más risas, más caricias, más lengüetazos inexpertos y dolor oval, más ñoñerías telefónicas y complicidad, más sensación embriagadora de aventura y descubrimiento adolescente... En definitiva hubo más cosas buenas en este lado de la balanza que nervios, estrés, miedos, renuncias, lágrimas y crisis en el otro. Tuvimos nuestros momentos, atesoro buenos recuerdos juntos y puedo decir incluso que aprendí de mis errores con el fantasma. Gracias a él pude cagarla más y mejor más adelante y cometer otros errores nuevos con otros fantasmas :D

Y en cuanto a lo malo intentaré evitar que acapare mi atención, que como ya he dicho no es lo más representativo. Y además ¿¡qué cojones!?, ya han pasado como 25 años. Todo esto ya ha prescrito. No tiene sentido seguir torturándome a estas alturas con ello.

Me ha gustado haberme cruzado otra vez contigo , fantasma, y saber que te va bien en la vida. Me alegro mucho por ti. Tienes mi más sincero... uhm... sea cual sea el antónimo de schadenfreude. Cuídate mucho y espero que sigas bien.

Y ahora deséame suerte en mi camino, mientras yo hago lo propio contigo.


Ains, qué recuerdos...