22 febrero 2009

INTROSPECCIÓN Y DESARROLLO PERSONAL

Hasta hace bien poco me habría definido a mi mismo como un pensador. Ésa era mi identidad. El tema por excelencia solía ser Yo. Y es que durante estos años he dedicado una cantidad enorme de tiempo y energías a la introspección. ¿Quién soy? ¿Cómo soy? ¿Cuales son mis miedos, gustos, pasiones, debilidades? ¿Qué me define? He llegado a conseguir una capacidad seguramente envidiable para éste tipo de análisis y creo que me conozco mejor que muchos a sí mismos. La pregunta es: ¿De qué me ha servido?

Cada uno somos en realidad 3 personas:
- El que creemos ser.
- El que ven los demás.
- El que realmente somos (que es una suma de los anteriores y algo más).

Por mucho que uno lo intente no es posible conocer al 100% a ese "yo real". Para empezar siempre se tendrá una visión distorsionada de si mismo (en especial últimamente me estoy dando buena cuenta de ello). Siempre habrá algún detalle que se nos escape y vean los demás, y otros detalles que se nos escapen a todos pero estén ahí. La visión de uno mismo, incluso conociendo todas las opiniones ajenas posibles, siempre será incompleta.

Además hay que tener en cuenta que el "yo" no es algo fijo, no es una mariposa que puedas clavar en el corcho con un alfiler para estudiarla. Es como humo, cambia a cada segundo, serpentea, fluye... Cada pensamiento, cada idea, cada decisión, cada expencia nos cambia. Tratar de analizarlo como algo inmutable es absurdo. Se puede llegar a captar la "esencia" de una persona, sí, pero ésta es, por defición, una idea vaga, una huella irracional. Somos como el río de Heráclito, que ningún hombre puede cruzar 2 veces.

Y por último no hemos de olvidar que el acto de estudiar algo altera al objeto de estudio. El acto de analizarte te condiciona. En mi caso, por ejemplo, el enumerar mis miedos y tratar de estudiarlos para conocerme a mi mismo estoy convencido de que los ha hecho más fuertes. El hecho de conocerlos ha conseguido que los tuviera siempre más presentes y me afectasen más en mi vida de lo que habrían hecho si no les hubiera prestado tanta atención.

Así pues es imposible conocerse a uno mismo al 100%. Pero no estoy diciendo que haya perdido el tiempo estos años (el trillado "he desperdiciado mi vida"). Creo que he adquirido ciertas capacidades y conocimientos útiles. Sin embargo va siendo hora de dar el siguiente paso, de cambiar de dirección.

Se dice que en las artes marciales cuando el practicante llega a dominar todas las técnicas debe olvidarlo todo y empezar de nuevo. Parece un sinsentido pero es así. Una vez controla los movimientos debe olvidarlos y volverlos a aprender, con una nueva forma de verlo todo que sólo se consigue con la experiencia previa. Todos coinciden en que a partir del cinturón negro es cuando empiezan a aprender de verdad. Éste es el tipo de cambio del que estoy hablando. Debo olvidar todo lo que he aprendido sobre de mi mismo para que mis miedos y mi concepto de mí mismo dejen de ser un lastre. La introspección ya me ha aportado todo lo bueno que podía aportarme. En cambio lo malo que me sigue aportando no se agota. Si quiero seguir desarrollándome como persona tengo que continuar por otras vías.

Debo empezar de nuevo, olvidar el cómo creo que soy, y no tratar de rellenar el hueco de la misma manera en que lo he hecho hasta ahora. Debo pensar menos y actuar más. Debo dejarme a mí mismo atrás y seguir andando, a ver qué pasa. El hueco se llenará sólo.

Últimamente me he dado cuenta de que lo que consideraba gente normal no es tan diferente de mi. Tienen sus miedos, paranoias, traumas, inseguridades y neuras. La diferencia radica en que yo me siento en lo alto de mi torre y escribo sobre ellos, les dedico toda mi atención. Los "normales" siempre están avanzando. Tienen esos miedos, pero no les hacen caso, avanzan pese a ellos, a veces incluso a ciegas. Tropiezan, caen, se pierden, dan rodeos... pero siguen avanzando. Al estar en movimiento toda esa carga de miedos no llega a echar raíces. Yo, en cambio me quedo sentado en cada encrucijada. Intento averiguar a dónde lleva cada camino, cuál será el correcto. Me da tanto miedo equivocarme que me quedo allí parado, incapaz de decidir. Tengo la sensación de haber permanecido varado todos estos años, pensando qué hacer con mi vida, mientras los demás se dedicaban a vivirla. A veces les iba bien y otras mal. Pero avanzaban.

Estoy hablando de un cambio. No es un cambio mágico. No es un "a partir de mañana voy a convertirme en este tipo de persona". Más bien es dejar a un lado esa parte de mi que se dedica a la introspección dejar que el hueco se rellene sólo. En otras palabras, dedicar el tiempo que antes empleaba en mirarme el ombligo (compadecerme, analizarme, estudiar mis miedos...) a otra cosa. Seguir siendo yo pero prescindiendo de esa parte. Lo bueno es que no necesito inventarme nada con que llenar el hueco, basta con hacer cosas que me gustan. Paseos en moto, proyectos locos, filosofadas, escribir, paranoias, leer, escaparme un rato al Perdón y observar la ciudad... Son cosas que ya hago y a las que me gustaría (y debería) dedicar más tiempo. Actuar más, aunque no tenga mucho sentido, y pensar menos (sobre todo en mí mismo).

En el fondo no es nada nuevo. Llevo varios hablando de la necesidad de un cambio, incluso de que ese cambio ya ha comenzado. Ahora sólo lo he definido y concretado un poco.

P.D. No se me escapa la ironía de hablar de abandonar el autoanálisis en un post de ésta índole xD Si todo va bien éste habrá sido mi último alarde de poderío autoanalítico que veréis :P Por la presente queda terminantemente prohibida toda actividad cerebral introspectiva.

Canciones pegadizas

Es curioso comprobar como algunas canciones tienen la extraña, odiosa y enloquecedora habilidad de clavársenos en el cerebro. La oímos una y otra vez en nuestra cabeza y pasamos días tarareándola sin parar.

Lo que más me llama la atención es que la mayoría de estas son completamente estúpidas o absurdas, haciendo que nos dé más ganas todavía de cantarlas a pleno pulmón, cosa que acaba sucediendo el fin de semana entre vapores etílicos xD

Os presento una pequeña recopilación de las canciones que más tiempo han estado en mi cabeza estos últimos meses.

I feel pretty, de West Side Story.

Ésta es la versión original. La que no me quito de la cabeza es la cantada a capella por Adam Sandler de falsete con coros de Jack Nicholson xD



La más reciente que tengo en la cabeza es "Ding-Dong, la bruja ha muerto".

Por lo visto sale originalmente en El mago de Oz (no la he visto), pero una vez más, la versión que no me puedo quitar de la cabeza aparece cantada de falsete en una peli de risa.

¿Tendrá algo que ver el falsete o el cachondeo para que se me incrusten de semejante manera? Cuando escuché por primera vez Hey There Delilah de Plain White T's también me pasé la tarde entera escuchándola una y otra vez.

Me vi obligado a buscar versiones "adaptadas" para poder superarla xD



Y por último quiero presentaros un clásico. Se trata de "When you're smilin'" La hizo famosa Lois Armstrong, pero la que se me metió en la cabeza es la que sale en Poderosa Afrodita, de Woody Allen :)



Ésta es doblemente curiosa, primero porque es recurrente. A lo largo de los años me he obsesionado con esta cancion muchas veces. Y segundo, porque en ésta nó sólo oigo la canción, también VEO mentalmente al coro griego bailando.

Espero que os produzca la misma sensación que a mi :)
Sed buenos ;)

17 febrero 2009

Vergüenza

Navegando por las webs sin rumbo fijo topé con un relato huérfano. El pobrecillo iba dando tumbos, de foro en foro, y nadie sabía quién era su padre. Viendo que yo tampoco lo encontraba decidí darle cobijo en mi blog.

Dadle todos la bienvenida, os lo presento sin más dilaciones, con amor y sordidez.

Cuando tenía 17 años, mi novia ya estaba preparada para hacerlo. Como podríais esperar de cualquier chico de mi edad, estaba entusiasmado. Nada se interpondría entre mí y mi destino final.

Me preparé para la gran noche, me arreglé y me lavé concienzudamente. Desgraciadamente, había un pequeño problema. Padezco un trastorno digestivo que a veces hace que mi mierda se vuelva extraordinariamente sólida y compacta en mi interior. Por entonces no sabía que existía un tratamiento y, de hecho, pensaba que todo el mundo tenía que vivir con este equivalente anal de las piedras del riñón. Menciono esto porque durante los últimos días un ejemplar realmente poderoso se había estado gestando dentro de mí.

Resumiendo el panorama. Sus padres no están. Tenemos su casa para nosotros solos. Ella es bastante viciosilla, y quiere que lo hagamos en la cama de sus padres.

La habitación está bañada por la luz de las velas. Por lo visto se lo ha estado currando durante todo el día, y hay muy buena iluminación incluso con las luces apagadas. Lo cual es de agradecer, porque ha empezado a bailar sensualmente para mí, y no pierdo detalle. A sus dieciséis años, está TREMENDA. Me compadezco de aquellos de vosotros que nunca habéis catado a una chica de esa edad.

Sentado en la cama, contemplando su danza, sonrío y le digo lo preciosa que está. Por desgracia, la mayor parte de mi atención se concentra en esa molesta presión sobre el esfínter, y en esa incómoda sensación en el intestino provocadas por llevar varios días sin cagar. Pero de algún modo consigo empalmarme, y vamos al tema.

Empezó ella arriba, luego nos cambiamos. Después la puse a cuatro patas, e incluso le di un cachete en el trasero (fue un poco imprudente por mi parte, pero le encantó) Una consecuencia de mi pequeño problema es que me distraigo y aguanto una eternidad. Ella no dejaba de gemir y de decirme lo mucho que le estaba gustando, y fue entonces cuando me susurró lo que todo hombre desea oír: "quiero que te corras en mi boca".
Joder, adoro a las mujeres.

Así que empieza a bajar. No era la mejor felatriz del mundo, pero al menos lo intentaba. Se saca mi polla de la boca el tiempo suficiente para llegar a pronunciar las palabras: "dime si esto te gusta". Y entonces lo sentí.

Me había metido un dedo por el culo.

La señal de pánico se encendió en mi cerebro y todos los músculos de mi cuerpo reaccionaron bloqueándose al instante. Pero era demasiado tarde.

Un doloroso y gigantesco truño emergió de lo más profundo de mi cuerpo, desparramándose sobre el edredón de sus padres.

No, no me estáis entendiendo. Quiero decir grande. Enorme. INMENSA. Coge la mierda más grande que hayas cagado en tu vida, multiplícala por cuarenta y dos y tendrás una imagen remota de la que salió disparada de mí.

Y caballeros, cuando digo que salió disparada, no me refiero simplemente a que la cagué con ímpetu. Hablo de un jodido proyectil. Hablo de un viento huracanado llevándose una sombrilla por los aires. Y por culpa de mi transtorno intestinal, salió en forma de un enorme, oscuro y pestilente arpón.

Sé que le dio. No lo vi con claridad, pero lo sé. Lo sé porque echó a correr, chillando "OH DIOS MÍO, OHDIOSMIODIOSMIOOOO" pero siempre imaginé que, por su posición, debió impactarle en la barbilla. O por lo menos en las tetas.

Me gustaría decir que me levanté y fui detrás de ella. Pero oí como se encerraba en el baño de un portazo y simplemente me quedé tumbado sin hacer nada. El olor me llegó al cabo de pocos segundos. Apestaba como si alguien hubiera untado un gato con mierda y lo hubiera arrojado a la chimenea. Miré debajo y vi la que, hasta la fecha, ha sido la mayor evacuación de la que he oído hablar. Entonces percibí la sangre, y con ella el dolor.

Aparentemente, el cagar semejante monstruosidad me provocó un pequeño desgarro anal (al principio pensé que estaba sangrando por dentro. Al día siguiente visité al médico, que me habló por primera vez de mi enfermedad) Se había formado un pequeño charco de sangre donde había estado mi culo. Un último recuerdo del momento y en lugar exactos donde perdí mi virginidad. Atesoraré ese recuerdo durante el resto de mis días.

Cogí mi zurullo con ambas manos y me dirigí al baño de la planta baja. Arrojé al retrete una tercera parte aproximadamente y tiré de la cadena, temiendo añadir una más a mi lista de desgracias si lo atascaba por echar demasiada mierda.

Así que allí estaba yo, de pie, sosteniendo dos tercios del truño más grande de todos los tiempos, sintiendo el hilillo de sangre que me bajaba por la pantorrilla y tratando de ignorar el agudo dolor que atormentaba mi recto. Ojalá conservara una fotografía de ese momento.

Finalmente me deshice de lo que quedaba de mi creación, me lavé las manos, me puse una pelota de papel higiénico entre las nalgas y subí al piso de arriba. Pude oír a mi novia sollozar tras la puerta del baño. Decidí no decirle nada y hacer lo que tenía que hacer. Pero el pestazo en el cuarto de sus padres era sobrenatural. Es como cuando cagas y sales del baño pensando "hoy no lo he dejado tan mal" pero luego vuelves a por tu revista y flipas. Pues era uno de esos momentos.

La escena está grabada a fuego en mi retina. Mi vida. Mi deshonra. Mi primera vez hedió como una montaña de bebés muertos. Me vestí rápidamente, porque el calor que irradiaban las miles de velas que mi novia había colocado hacía que la habitación pareciera una letrina. Fui lo bastante avispado para agarrar el edredón y llevármelo abajo, a la lavadora. También me llevé las sábanas, pues la sangre las había empapado hasta llegar al colchón. Mi novia aún no daba señales de vida, pero a esas alturas lo consideré una bendición.

Lo metí todo en la lavadora junto con una dosis triple de detergente y la puse en marcha, sabiendo que ni siquiera un milagro podría salvar esas sábanas.

Y luego me fui. Evité las llamadas de mi novia durante días, hasta que vino a mi casa. Tuvimos una larga charla acerca de lo ocurrido. Con charla quiero decir "romper conmigo por cagarme encima de ella". Y se acabó. Prometió no contárselo a nadie y dudo que lo haya hecho alguna vez. Este asunto la avergonzaba tanto como a mí. Pero siempre recordaré este hecho como la cosa más embarazosa que me ha pasado en la vida.


Antes de que me digáis incrédulos "no puede ser verdad, tiene que habérselo inventado". Yo lo considero perfectamente posible. El potencial de ridículo que podemos experimentar tiende a infinito. Veamos algunos ejemplos:

Puedes ser noticia porque un mapache casi te arranque el pene al intentar follártelo, tener que ir a urgencias porque se te has pegado el pene dentro de un tubo de aspiradora, o se te ha atascado la chorrica entre las tablas de un banco mientras hacías... sabediós con él. O tu mujer puede aprovechar que te has ido cabreado y avergonzado al porche de tu casa para llamar a la radio y contar a toda España que te tiras pedos mientras follas. No nos olvidemos de la posibilidad de tener que ir a urgencias con cualquier tipo de objeto atascado en un orificio corporal (aunque no oslo creáis pasa TODOS los días). Puedes finjir que no te has cagado encima esperando que la gente no se de cuenta, O pretender que tu mierda de coche puede con una caravana enorme, o incluso puedes hacer una película documental sobre tus fracasos sexuales.

Tras ver estos ejemplos estaréis de acuerdo conmigo que la posibilidad de que un pobre chaval arruine su primera vez por tener un problema intestinal y que a su novia de 16 se le ocurra meterle un dedico por el ojete sin avisar… es perfectamente posible.

Lo cual hace que me de cuenta de que mi vida es maravillosa :P Ni mi vida en general, ni la suma de mis mayores bochornos pueden equipararse a algo así. ¿Cómo puedo sentirme avergonzado de mí mismo? Lo mismo se puede aplicar a cuando me siento desgraciado.

Mi autobús ateo diría: "La perfección no existe. Todo el mundo tiene su pedrada, así deja de preocuparte tanto y disfruta un poco de la vida, cojones."

14 febrero 2009

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor?

Yo guardaba un trocito de mi pasado en una caja fuerte, envuelta con cadenas gruesas y candados resistentes, muy al fondo de mi memoria, en un rincón oscuro.

Casí la había olvidado, hacía mucho que no pensaba en ella. Sin darme cuenta se había escapado de allí y la tenía ante mi.

"¿Qué tal te va?"

Ha sido una sensación muy rara. En mi cabeza esa persona estaba, de alguna forma, congelada en el tiempo. Su forma de actuar, de pensar, de vestir, su voz, los sentimientos que despertaba en mi... En mi cabeza seguía siendo la chica con peto vaquero y barbilla arañada de hace 10 años. Y de repente la tenía frente a mi, hablando conmigo y preguntando por mi vida.

Lo primero que pensé fue lo mucho que me costaba adaptar mi desfasada imagen mental; me seguía pareciendo más real la que tenía en la cabeza que la que tenía delante, a duras penas podía creer que fueran, de algún modo, la misma persona.

Lo segundo... ¿Que qué tal me ha ido la vida? Diosmío.¿Qué puedo contarle? Empecé a pensar en el pasado, a recordar, a abrir esos cajones de la memoria llenos de papeles desordenados y telarañas. Tracé una línea desde el entonces hasta el ahora y marqué los puntos importantes que había entre medio. Encontré en ello una forma nueva de deprimirme. Hasta ahora me centraba en el momento, en lo sólo, incapaz o inadaptado que me sentía. Ahora tomaba importancia la pregunta ¿En qué me he convertido? y ¿Cómo he llegado a esto?

Me puse a escribir un resumen de mi vida, sintiendo, he de admitirlo, dolor y verguenza a cada palabra. Como era de esperar en mí, es tan sumamente personal y privado que os lo ofrezco aquí alegremente. Íntegro. Antes de pensármelo 2 veces.


A los ¿10? años escribí una especie de testamento. Pensaba en suicidarme saltando por la ventana. Más que por llamar la atención creo que era simple hastío y aburrimiento. No le veía sentido a nada.

A los ¿12? Me escapé de casa con otros 2 de clase. La aventura duró poco, unas 12 horas. ¿Motivo? El mismo, escapar de la rutina. Se me consideró el “cerebro de la operación” y adquirí algo de mala fama entre padres, profesores y alumnos. La verdad, creo que de forma inmerecida.

E.
Con ¿14?
Supe que le gustaba a esta chica, vecina mía, y quería salir conmigo. Hablé un par de veces con ella. No conseguía entender la situación, no sabía qué debía hacer, cómo debía pensar, cómo comportarme. Huí. La evité hasta que la situación desapareció.

S1
Con 16 años
empecé a salir los fines de semana. Menudas borracheras. Me lo pasaba bien. Conocí a S1 No recuerdo cómo acabamos enrollándonos y empezamos a quedar, siempre en esa línea, los fines de semana. Luego empezamos a salir. No me atrevía siquiera a tocarle el culo por miedo a que me viera (y verme yo mismo) como un cerdo. Mis miedos e inseguridades eran enormes. De nuevo no sabía qué hacer, me sentía como un esquimal si le sacas de su iglú y le pones a pilotar un avión.


Algunos datos curiosos:
- Por el motivo expuesto no había magreo ni mucho menos sexo. De modo que sólo quedaban besos con lengua… y dolor de huevos. Mucho dolor. La relación era poco más que eso, lengüetazos inexpertos y huevos doloridos.

- Cada vez que quedábamos ella contaba la cita a su mejor amiga, ésta a su vez se lo contaba a mi mejor amigo, y él a mí, sin omitir las opiniones de ellos 3 al respecto. Esa presión superó a la testicular haciendo que mis miedos e inseguridades crecieran exponencialmente.

- Ella me gustaba. Simple y llanamente. Me dio por pensar en si ese sentimiento era algo válido en si mismo o algo recíproco, provocado por saber que yo le gustaba a ella (cuando sabes que caes bien a alguien esa persona tiende a su vez a caerte mejor). Como no era capaz de hallar una respuesta racional y clara sobre el tema andaba medio loco, pensando que salir con ella sin sentir algo verdadero sería engañarla y por tanto incorrecto. Casi tan malo como meterle mano.

- La relación acabó en el momento en que me preguntó directamente qué sentía por ella. Me cortocircuité, era incapaz de pensar y no tenía una respuesta. Me desmoroné y rompí a llorar como una nenaza. Huí de nuevo.Fin de la relación.


A los pocos meses volvimos a recuperar el contacto pese a que ella estaba con otro. Surgió algo entre nosotros y lo retomamos donde lo habíamos dejado. Yo intenté aprender de la vez anterior, de modo que me limité a dejarme llevar evitando a toda costa intentar analizar mis sentimientos de una forma racional.

La cosa iba bien. Como la vez anterior muchos besos y mucho dolor (mis inseguridades seguían igual), pero al no pensar tanto lo estaba disfrutando más. Además mi amigo y su amiga quedaron vetados de la relación, quedando lo (poco) que hacíamos entre nosotros.

Más datos curiosos:
- Tuve mi primera conversación telefónica mega-ñoña de esas en que tras llevar una hora hablando y no tener nada mas que decir te pasas otra media haciéndo el imbécil. ¡Cuelga tu! ¡No, tu primero! ¡No, lo hacemos a la vez! ¡A la de tres, una dos y...! ¡No has colgado! ¡Tu tampoco!

- Se fue al garete por 2ª y última vez cuando ella me preguntó si la quería, así, a bocajarro. Yo, que había evitado planteármelo siquiera para evitar cagarla, no sabía muy bien qué contestar. Dije que creía que sí, pero no estaba seguro. No le gustó la respuesta. Dijo que cuando se quiere a alguien uno lo sabe. Yo me volví a cortocircuitar a sentirme atrapado y perdido como la otra vez. Era la primera vez que me sentía así con una chica, pero no sabía si era AMOR con mayúsculas, un enamoramiento adolescente o qué. Todo era nuevo para mi. Así que huí de nuevo. Deseando que acabase como sea legué a decirle que no la quería. Ella perdió un poco los papeles, empezó a gritar que una cosa así se sabe y no hace falta pensarla, que había dejado a su novio por mi, que si me daba cuenta de cuánto daño le había hecho, etc.

Pasé unos cuantos meses pensando que era un mierda entre otras cosas por el estilo. Mi autoestima se despeñó por un abismo y mis miedos, inseguridades y auto desprecio tocaron techo. Dejé de torturarme meses después al darme cuenta de que esa conversación megañoña no podía finjirse, que yo no tenía toda la culpa de que se rompiera la cosa, etc. Pero mi autoestima, miedos e inseguridades se mantuvieron en esos niveles por años.

16-18
En esos 2 años
toqué fondo. Nunca me atreví a acercarme a una chica para ligar tras lo de S1 y alguna negativa borde. Dejé de salir. Mi estómago dijo basta. Tras dar un par de sorbos de algo fuerte (cubata) se me revolvía el estómago y debía elegir: parar de beber o vomitar y tener que irme jodido. Pronto descubrí que sin estar ebrio no me lo pasaba tan bien: en los bares la música que aborrecía se volvía insoportable, el volumen demasiado alto para hablar, y empujones y codazos continuos hacían que a los 5 minutos de entrar a un bar no aguantase tanto agobio y tuviese que salir. Pero en la calle tampoco era mucho mejor. Sentía que les cortaba el rollo a mis amigos, que hacía de lastre. Así que me refugié en la lectura y el ordenador, pasando en casa los fines de semana. Siempre he vivido más en mi mundo que en la realidad, desde que dejé de salir y aquella noche fatídica con S1 (yo lo llamaba “mi gran fracaso”) creo que me encerré aún más en mí mismo. Mis comeduras de cabeza estaban en su punto álgido, bullían alocadamente. Me despreciaba y pensaba en el suicidio. Me quedaba en casa rememorando todas y cada una de las veces que había metido la pata haciendo algo, o que me había sentido ridículo. Lo paladeaba, como masticar cuchillas de afeitar. Una y otra vez. Me quedé “pillado” por varias chicas sin ser nunca correspondido, nunca llegué siquiera a intentar nada con ellas. Empecé a hacerme la idea de que eran un imposible, lo cual me hundía aún más los ánimos.

Con las chicas la cosa simplemente no iba. Tenía un miedo atroz a hacer daño en caso de empezar una relación, claro que tampoco tuve oportunidad metido los findes en casa. Entré en una especie de “rueda romántica” (romántica en plan Wherter de sentimientos exaltados, no por ñoña): Estando hundido me quedaba “pillado” por una, pasaba una temporada enamorado, hasta que me daba cuenta de que desde el principio no había tenido la más mínima posibilidad con ella y volvía a hundirme. Lo mismo una y otra vez con diferentes chicas. Me identificaba con el joven Wherter, sentimientos siempre extremos (enamorado y hundido). Sentía la desgarradora necesidad de amar a alguien, de entregarme, de dar y recibir cariño… y no me veía correspondido (ni capaz). El objeto de mi deseo cambió unas 4 veces en un año, hasta que finalmente abandoné toda esperanza de llegar a tener una relación.

Las cosas de clase iban mal, siempre habían ido así pues soy muy disperso, pero esta vez se me fueron de las manos. Aprobaba siempre por los pelos. Solía costarme mucho (horas) quedarme dormido y luego pasaba el día somnoliento, a veces incluso cabeceaba en clase sin poder evitarlo. Repetí curso (3º BUP).

S2
18 años
. Al repetir 1º de Bachillerato (3º de BUP) conocí a S2, chica nueva en el colegio. Como no conocía a nadie se venía conmigo y mis amigos en los recreos y al salir de clase a tomar un café. Le interesaba el ocultismo. Pasó la prueba, no parecía una chica corriente. Me propuse evitar a toda costa el quedarme pillado por ella también, ya que llevaba un 1 año quedándome colgado de cualquiera que fuera simpática conmigo y no obtenía de ello más que sufrimiento. Resulta irónico, al poco empecé a gustarle. Empezamos a salir. Yo traté de aprender de todo lo que había analizado de mis anteriores relaciones y asumido como fallos:
- Que no dejásemos que ningún amigo se metiese en la relación.
- Que debíamos tener una sinceridad absoluta el uno con el otro, pues cuando uno se va callando cosas el otro no puede hacer nada por solucionarlas, y la relación siempre es cosa de dos.
- Para superar mi miedo a hacerle daño me dije a mi mismo que se lo iba a hacer de todas formas, tanto si salía con ella como rechazándola. Era algo inevitable, de modo que debía centrarme en disfrutar con ella lo que durase.
- Y para evitar sentirme atrapado por la relación me convencí de que algún día lo nuestro se acabaría. Así que la relación era algo finito, aunque no supiera la fecha. Así no tenía que hacer frente a preguntas como "¿Es esta la chica con quien deseo casarme y tener hijos? ¿Con la que quiero pasar el resto de mi vida?"

Así empezamos lo nuestro y pese a lo que se podría esperar de mi no fue mal. Con ella todo fue… fácil. Perdí gran parte de mis miedos e inseguridades (junto con mi virginidad) y me enamoré. Todo iba sobre ruedas.

Me distancié aún más de mis amigos. Había dejado hacía tiempo de salir con ellos los fines de semana, al repetir los veía menos aún, y sumando el tener novia… Después casi todos se fueron a otras ciudades a hacer la carrera. Yo me quedé aquí con ella.

La cosa fue genial durante 2 años. Con ella perdí todos mis miedos referentes al sexo, simplemente era fácil, divertido, sin problemas, espontáneo. Mis niveles de miedos enseguridades bajaron a niveles nunca vistos. Me sentía agusto, satisfecho, contento, feliz. Al centrarme en hacer que ella estuviese bien, en que superase sus propios problemas me olvidé por completo de los míos.

A partir del 2º aniversario la cosa fue decayendo, aún no sé exactamente qué pasó. Yo me fui acomodando y su libido se fue muriendo. A partir de nuestro tercer aniversario su libido ya estaba enterrada junto a nuestra vida sexual. Intenté, con menos éxito según iba pasando el tiempo, que no me afectase. Me parecía mal, me sentía mal conmigo mismo por darle alguna importancia pensando que sería algo pasajero. Me repetía una y otra vez lo importante que era ella para mí, lo bien que estaba desde que entró en mi vida y cuánto la quería. Hasta que no fue suficiente. Empezamos a tener roces, a distanciarnos, a ser fríos el uno con el otro. Nos dimos cuenta que de empeñarnos en seguir juntos acabaríamos fatal.

Convenimos con meses de antelación dejarlo el día de nuestro 5º aniversario (una excentricidad por mi parte, lo sé), y quedamos bastante bien. Fuimos a cenar, dimos una vuelta y la acompañé a casa. Fue una despedida triste pero no amarga; la seguía queriendo, pero era lo mejor. Ese mismo mes se acabó mi contrato y fui al paro. Tenía mucho tiempo libre para pensar…

Datos curiosos:
- En esos 5 años
dejé por completo de pensar, plantearme cosas y escribir relatos o en el cuadernillo.

- A los 2 meses de dejarlo su libido se recuperó repentinamente y se acostó con otro. Fue un mazazo y me hundí de nuevo. No me cabía en la cabeza que lo hubiéramos dejado (por mi parte) por la falta de sexo y ahora ella hiciera algo así. Y pensar que me sentía culpable por dejar que la sequía me afectase hasta el punto de tener que dejarlo...

Cumplí los 23. Pasé como medio año lamentándome a jornada completa ya que me sobraba el tiempo libre al estar en el paro. Me apunté a un curso de redes (del que nunca conseguiría el título). Creé el blog y empecé a vomitar mis penas en él. Entró en escena S3

S3
Con 23 añitos bastante pasados
y un blog recién estrenado. Estaba medio recuperado de mi relación con S2. S3 empezó a escribir comentarios en mi blog. Por increíble que me pareciera lo leía de forma asidua y le gustaba. La llamaba “La fan”. Empezamos a intercambiar comentarios en el blog, luego correos, luego SMSs, después a llamarnos por teléfono y en mi 24º cumpleaños fui de vacaciones a su ciudad. Empezamos a salir. Era una relación a distancia, hablando todos los días y viéndonos cuando podíamos (suponía 3 horas de viaje y pasta en gasolina, peajes, hotel y comidas). Durante una temporada las cosas fueron bien. Después fue una tortura para los 2. Con S2 me olvidé de mis problemas y cargaba con los de ella. Con S3 empecé a cargar con los míos y los suyos, que (para variar) no eran pocos. Me sentía responsable de que no estuviera bien. Mi idea de una relación era, una vez más, renunciar a mi mismo y entregarme por completo.

La cosa llegó a un límite de llantos y tristeza y lo dejamos. Duramos 6 meses, como pareja.

Tras dejarlo no cortamos el contacto y comenzamos una pseudo-relación que dura hasta hoy. No somos pareja pero aparte de ese pequeño detalle nos comportamos como si lo fuéramos. Ya no cargo con sus problemas y vivo más centrado en mi mismo sin remordimientos por ello ni sentirme obligado o en compromiso. Cuando ella tropieza y cae ya no me tiro al suelo a su lado y lloro con ella sino que le tiendo la mano para ayudarla a levantarse. Y ella hace lo mismo.

A estas alturas prácticamente TODOS mis amigos están viviendo fuera. Estoy completamente sólo, nunca he congeniado con la gente del trabajo. S3 es el único contacto humano que tengo fuera del trabajo. A veces creo que nuestra pseudo-relación es insana, una especie de ilusión que ocupa el lugar de un noviazgo sin serlo y hace que me sienta cómodo en mi situación sin salir a buscarme una de verdad mientras el tiempo pasa.


Algunos datos:
- Con S3 he viajado más que en toda mi vida. Los planes tipicos eran ir a verla y pasar el finde por los alrededores viendo pueblos. Unas vacaciones fuimos a Galicia, otras a Toledo. Tenemos más proyectos de viajes.

- A diferencia de S1 y S2 con S3 congenio perfectamente a nivel intelecual. Compartimos gustos, paranoias, sentido del humor. Siento que me entiende y puedo compartir cualquier cosa con ella sin que me mire como un bicho raro.

- Creo que es la persona que más me ha ayudado nunca a mejorar personalmente. Me hace ver cuándo me estoy compadeciendo de mi mismo, me ayuda a plantearme otras opciones cuando me obceco con algo, me insta a emprender proyectos y acabarlos. Como Cohelo pero en carne y hueso y sin tanto pestuzo místico de pandereta.

- Con S3 acabé de soltarme en lo referente al sexo. Acabé con los pocos miedos e inseguridades que arrastraba desde S1 y los nuevos que adquirí con S2 (me llegué a considerar el culpable de la muerte de su líbido). Lamentablemente el vernos cada cierto tiempo no me permitió mantener mi estátus de atleta sexual (perdido tras los 2 primeros años con S2). Para ello tendría que haber entrenado a diario :P Al menos cuando estábamos juntos recuperábamos el tiempo perdido. De ahí que de los viajes que hicimos no recuerde gran cosa xD

¿Cómo estoy actualmente?
No caigo en la locura de la soledad gracias a S3. Aún así suelo entrar en crisis los fines de semana por la noche, cuando salen a flote mi "soy incapaz de ligar" ("La Paranoia De La Tienda De Camas" no ha desaparecido, sólo se ha convertido en la de "La Chica En Un Bar Con El Cuadernillo")y "he desperdiciado mi juventud". Sigo sin salir los fines de semana. No tengo con quién (al menos que congenie realmente), soy muy selectivo con la gente (todos mis amigos son mejores amigos, por eso tengo tan pocos) y los ambientes que me agradan y tolero. También me sigue costando no vomitar si bebo algo fuerte. Y ligar lo veo como un completo imposible. De vez en cuando voy yo solo a uno de los pocos bares en que me siento a gusto, tomo una copa y al rato me rallo o empiezo a emparanoiar y me voy a casa.

En los momentos bajos sigo pensando en el suicidio, pero esta vez a largo plazo (ya no vivo en una agonía que me haga verlo como una salida, ahora lo veo como un "si ésta que se supone la mejor época de mi vida ha sido así hasta ahora al cumplir los ¿40? sería mejor desaparecer). Me lamento mucho de la vida que he llevado y llevo, de cómo soy, pero tampoco hago gran cosa para cambiar.

Sigo viéndome algo mierdecilla aunque ya no me machaco tanto. Tengo mis rachas buenas y malas, digamos que últimamente al 60%-40%, lo cual teniendo en cuenta mi historial es todo un logro. Los temas vienen a ser los de siempre, aunque mientras que tras S1 y S2 era un autodestructivo “soy una mierda” y "no soporto esta vida" ahora ha pasado a un blando “quiero y no puedo”, “siento lástima de mi mismo”, “he desperdiciado mi vida”.
Aunque he de admitir que en términos generales me siento bastante más seguro de mi mismo (sobre todo gracias a S3, ha sido una bendición en mi vida).

Hace relativamente poco he empezado a dar algunos pasos en la dirección correcta y tratar de mejorar mi vida y a mí mismo.
A raíz de mis viajes con S3 me di cuenta, avergonzado, de que conocía su tierra mejor que la mía. Me saqué el A1 y me compré la moto (Sept 2007). He hecho varias salidas de fin de semana por Navarra. La idea, conocer mejor mi tierra y distraerme. Darme el capricho motero. Reforzar seguridad en mi mismo y perder miedos. Me gusta dar paseos para relajarme.

Al año siguiente (Oct 2008) me apunté a judo. Otro paso en la misma dirección. Los objetivos: Mejorar mi forma física, hacer algo de vida social, aprender algo interesante, sentirme mejor física y anímicamente, distraerme y tener otra alternativa a los videojuegos en mi ocio… Funciona medianamente bien, aunque me estoy volviendo un poco vago últimamente y me salto varias clases.

El siguiente paso que tengo en mente es dejar de fumar. A nivel motero no me quito la bonneville de la cabeza (se me acaba la limitación en Septiembre). Por el horizonte asoma aprender a tocar la guitarra. Puede que incluso hacer el dominguero por los montes...

Por primera vez en mi vida estoy tomando yo el rumbo y dirigiéndola, no limitándome a dejarme arrastrar. He emprendido algunos proyectos personales, cosas que me gustaría hacer y que hasta ahora nunca me había atrevido.

Al pensar en todo esto, recopilarlo y escribirlo me quedé hecho mierda. Ahora estoy un poco más tranquilo. Me han ayudado las sabias palabras de Pablón: "Todo el mundo tiene su pedrada." Da sentido a la vida. Todos lo hemos pasado mal, unos más jodidos que otros. Todos tenemos problemas, traumas, miedos. Vamos, lo de siempre, que si dejo de idealizar las vidas de los demás para compararlas con la mía no estoy tan mal.

Según el maestro Woody
:
La vida está dividida entre lo horrible y lo miserable, en esas dos categorías.
Lo horrible son los enfermos incurables: los ciegos, los lisiados… No sé cómo pueden soportar la vida, me parece asombroso.
Y los miserables somos todos los demás.

He leido algo que me hace tomárme todo esto con humor. No tendría sentido seguir sufriendo por minucias así al lado de la vivencia de este chaval.

Si os portáis bien os lo posteo :P

08 febrero 2009

Por qué dejo de fumar


-->
Lo que sigue es una lista de lo que me mueve a convertirme en ex-fumador. La idea es escribirla para tenerla clara y a mano para repasarla en los momentos de debilidad.
1- Apesto. Mi ropa apesta a tabaco, y mi pelo, y mi aliento y mi cuarto, y mi coche, y...
2- Asco. Se me forma una costra amarilla sobre la lengua. Supongo que la misma costra recubre toda mi garganta y pulmones, porque estoy tosiendo y escupiendo flemas como si estuviera acatarrado casi de continuo.
3- Beso con sabor a cenicero. Y probablemente todo lo que como y huelo también lo tenga, pero estoy acostumbrado y no lo noto.
4- Color de dientes. Amarillean.
5- Las paredes de mi cuarto, monitor, PC, cuadros, etc. Están también coloreados y cubiertos con esa sustancia amarilla. Esa que si exhalo profundamente sobre un kleenex recién levantado se queda pegada. A veces hasta mis putos dedos amarillean.
6- Soy un puto esclavo del tabaco. No voy a ninguna parte sin él. Si se me agota estoy estresado y ansioso hasta que compro. Si no puedo comprar soy capaz de fumarme las chustas del cenicero, o fumar negro, o puros...
7- Soy un puto yonki. Cualquier situación es buena para fumar. Para celebrar algo, para consolarme, para relajarme, mientras bebo una copa, estando de charla, por matar el tiempo mientras espero, para distraerme haciendo una pausa, para ayudarme a pensar... Todo momento es buen momento para fumar. La buena noticia es que la adicción NO es para tanto. No me despierto en mitad de la noche entre sudores por la necesidad de fumar, paso esas 8 horas perfectamente. Y al dejarle estaré nervioso e irritable, pero no me querré morir.
8- Paquete al día. Eso son unos 3€. 21€ por semana. 90€ al mes. 1.100€ al año, el sueldo de un mes. Con eso me podía pegar unas vacaciones de puta madre en cualquier sitio.
9- Jadeo y toso por subir un puto tramo de escaleras. A poco que haga ejercicio me falta el aliento y me tengo que retirar, completamente agotado. Es vergonzoso. Por no hablar de cuando me duelen los pulmones y me acojono vivo.
10- Es probable que me mate. De hecho la muerte es lo de menos. Lo realmente jodido es que me joderá la vida hasta el final. Cada vez tendré más problemas para respirar, tendré más flemas y toses, oleré peor, todo estará más amarillo. Peor que morir es acabar como esos viejos que tienen un agujero en la garganta por el que se limpian las flemas con un pañuelo y usan un altavoz raro para hablar. Hasta se colocan el cigarro en ese agujero para seguir fumando. O quedar atado a una bombona de oxígeno porque mis pulmones estén tan llenos de mierda que por sí solos no basten para mantenerme vivo.

Cada cigarro que consiga no fumar será un paso hacia lo siguiente:
- Mejor olor
- Sin toses ni flemas.
- Fin del sabor a cenicero.
- No más amarilleo.
- Libertad. No depender de él ni tener que asegurarme de llevarlo siempre encima.
- 1.100€ extra al año.
- Dejar de pasar vergüenza en judo. Por no hablar de si alguna vez mojo.
- Vivir más, y sobre todo, vivir mejor. No malvivir en una agonía de falta de aire y flemas.