03 octubre 2010

Lecturas de Septiembre


1º Metro 2034 de Dmítri Glujóvski 
Es la continuación de Metro 2033, como podréis imaginar la acción transcurre un año después del anterior libro. La ambientación, las sensaciones que transmite, todo sigue igual, con el metro de Moscú plagado de mutantes y humanos tratando de sobrevivir como pueden. Ahora ha surgido una nueva amenaza en el subsuelo, una extraña plaga, altamente contagiosa, ha brotado en una estación y amenaza con extenderse por toda la red del metro, provocando la extinción de la raza humana. Vuelven a escena Artyom, con un papel secundario, y Hunter, como uno de los protagonistas.

Lo cierto es que el libro no me ha convencido. El primero tenía un airecillo clásico, más que por el destino fatídico e inevitable (a lo Edipo Rey) por lo de hacer un viaje y acabar dando vueltas por medio mundo pasándolas más putas que Caín (al estilo de la Odisea). En este la trama es más insulsa. A algunos personajes no los entiendes, a otros los odias y deseas que mueran rápido (cosa que nunca pasa). Tiene algún detallito interesante pero por lo general lo veo flojillo, sobre todo si lo comparamos con el anterior y su gran final.

2º Maldito karma de David Safier
Uno de los libros con los que más me he descojonado nunca. Más incluso que con los de Christopher Moore.
Va de una tiparraca, una mala pécora, una mala mujer. De hecho también es mala madre, mala esposa, mala persona... En las primeras páginas del libro, tras ponerle los cuernos a su marido muere de forma trágica al impactar en su cabeza el cagadero de una estación espacial rusa.

Ve una luz muy brillante y flota hacia ella. Siente calidez, y paz y amor y... y la luz le da una patada y en un parpadeo es una hormiga. Buda le explica que ha acumulado mal karma y que tendrá que conseguir del bueno obrando bien para ir escalando a animales superiores hasta ganarse el nirvana.

Lo mejor del libro son los comentarios y pensamientos de la protagonista (está narrado en primera persona), muy gracioso y muy recomendable.

3º Campos de fresas de Jordi Sierra i Fabra
Me lo leí en una tarde por compromiso, la segurata neurótica-intelectual me lo "prestó" (lo dejó en mi mesa y se fue, sin darme tiempo a decir que mejor lo usase para calzar una mesa coja). Sólo se me ocurre calificarlo como TRUÑO INFECTO.

Literatura juvenil para concienciar a los zagales sobre lo malas que son las drogas (y la bulimia como bonus). Trata de una bakala de mierda que se traga una pastillica y ¡oh sorpresa! acaba en coma en el hospital. Demuestra el arte de convertir una noticia sensacionalista en un best seller. Escribiendo un pestiño que haga el culo pepsicola a la asociación de padres de alumnos y metiéndolo como lectura obligatoria en los colegios yo también vendo tropocientas reediciones...


Lo he leído con una mezcla de asco y odio, deseando que muriese para acabar pronto. Cada página es un insulto. Me ha parecido infame, tan descarado, su propósito tan obvio, que lo que consigue es que me dieran ganas de inyectarme heroína para sobrellevarlo. No soportaba esas mierdas en el colegio, mucho menos ahora.

Creo que como camapaña de concienciación sobre lo malas que son las drogas tiene más éxito Mr T.


O El Jonan


O Manolo Kabezabolo

O si nos ponemos serios la película Requiem por un sueño.

4º Septiembre Zombie de David Moody
Podéis imaginar la temática por el título. Ningún libro de zombis me había defraudado tanto. ¿Sabéis por qué? NO SE COMEN A NADIE. ¿Donde se ha visto semejante despropósito? El canibalismo es inherente a la zombificación. Sin él sólo tienes cosas blandas y pringosas que van andando por ahí oliendo mal.

Pese a que durante las ¾ partes del libro no suponen ninguna amenaza el grupo de supervivientes está tan acojonado que se quedan encerrados en un edificio comunitario sin atreverse a salir, a buscar provisiones, más supervivientes, gasolina y un generador para tener electricidad...
¿Qué les da tanto miedo como para que se comporten así? A mí también me gustaría saberlo...

Hacia el final la cosa se anima un poco. Tres se han separado del grupo y uno se vuelve loco. Va a buscar a los demás. El vehículo que escoge es una moto. Con un par. El vehículo más adecuado para ir de paseo en un holocausto zombi no es una camioneta quitanieves, ni un tanque. Es una moto deportiva de gran cilindrada. El artista del autor cree que si aceleras y embistes a un zombi en vez de darte la gran hostia y acabar reventado en una cuneta o partido en dos por un quitamiedos el zombie se desintegra y uno sigue como si nada...

Llegado a ese punto era incapaz de tomarme en serio el resto del libro. La verdad, no lo aconsejo. Hasta la fecha el mejor libro del género es el del hijo de Mel Brooks, con diferencia.
 Esto es justo lo que le falta al libro