07 abril 2009

Diario de un ex-fumador. Día 1


Han pasado ya 24 horas desde que apagué mi último cigarro. Soy, por tanto, un ex-fumador. Oficialmente.

Cómo no, haciendo gala de la absoluta eusencia de egocentrismo que me caracteriza, considero que mis vivencias durante estas 24 horas pueden resultar interesantes a alguien.

He aquí algunas Conclusiones:

1º Las ganas de fumar son constantes.
Cada menos de 5 minutos me ha apetecido fumar una vez o dos y las he rechazado. Es automático el acto de sentarme delante del ordenador y echar la mano a donde suele estar el paquete. Puede parecer una chorrada pero lo que más cuesta es hacerse a la idea de que dejar de fumar consiste en dejar de fumar. Uno se imagina haciendo lo que sea fumando. Es como un remedio milagroso, vale para todo. Si estás contento fumas para celebrarlo, si estás triste para consolarte, si estás bebiendo en un bar, si estas tranquilo leyendo, si estás distraído frente al ordenador o si estás estresado en el trabajo. Es lo que tiene el tabaco, toda ocasión es buena para fumar. Por eso el acto de rechazar el fumarme un cigarrillo se repite una y otra vez durante todo el día. Antes fumaba entre 20 y 25 pitillos al día. Cada uno de ellos te quita las ganas de fumar durante un rato. Al no fumar ninguno de ellos no me apetece 20 o 25 veces al día, más bien 200 o 250.

2º El dia se me ha hecho MUY largo.
Fumaba entre 20 y 25 cigarrillos al día. Cada cigarrillo te lleva fumártelo entre 6 y 9 minutos. Hagamos cuentas:
20 cigarrubios x 6 minutos fumando = 120 minutos al día = 2 horas como mínimo fumando cada día.
25 cigarrubios x 9 minutos fumando = 225 minutos al día = 3 horas 45 minutos como máximo fumando cada día.
25x9=225 minutos = 3h 45m maximo

Cada día pasaba entre 2 y (casi) 4 horas fumando. ¡Madre mía! Por eso el tiempo pasa taaaaaan despacio. El tabaco no sólo sirve para cualquier cosa, también rellena huecos. MUCHOS huecos. Entre 2 y 4 horas que hasta hoy tenía ocupadas ahora tengo que buscar algo que hacer con ellas. Y son entre 2 y 4 horas extra de tortura de "me muero de ganas por dar una calada". Lo cual me lleva al siguiente punto:

3º Las voces en el desierto
He aquí la parte psicótica de dejar de fumar. Ahora oigo voces. Bueno, técnicamente no, dado que no son "voces", es sólo la mía. Pero dice cosas que no quiero oír.

Lo que quiero decir es que me sorprende mi propia capacidad de racionalización. No es la primera vez que os hablo de ella, es algo que me fascina. Como sabéis La mente es como un iceberg, la parte consciente es la que sale del agua, el 10%. El 90% de lo que somos, de nuestra mente, de nuestra persona, es el inconsciente. Permanece sumergida y es más emocional e instintiva.

La racionalización sería lo siguiente. Existe un conflicto de intereses. En mi caso
tengo el deseo inmediato (e intenso) de fumar. Pero conscientemente sé que no puedo hacerlo sin renunciar al plan de dejarlo, que a la larga es más beneficioso. De modo que la parte subconsciente se inventa argumentos para tratar de que suene creíble, aunque en el fondo sepamos que no es así. Es como tomar una decisión emocional y luego inventarse una serie de razones que parezcan mínimamente lógicas para apoyar esa decisión.

Ahora mismo es como tuviera un diosecillo maligno del tabaco susurrándome cosas como:
- Venga, sólo uno.
- Tres caladas y lo apagas. No puede considerarse como hacer trampa.
- Tío, lo estás pasando mal. El pulso acelerado, los nervios... Fúmate uno pa calmarte y ya más tranquilo sigues.
- Dejar de fumar no merece la pena si para ello tienes que andar así.
- Te lo has ganado. ¡Llevas todo un día sin fumar! ¡Celébralo con un cigarrico!
- Nadie se va a enterar. No pasa nada por tropezar una vez, no eres perfecto. Luego niegas que haya pasado y ya está.
- ¿Y por qué dejarlo? ¿Por miedo al cáncer? Puedes pillar cancer aunque dejes de fumar. Puedes morir de mil maneras horribles. Qué cojones, podrías morir mañana en un accidente de tráfico. No tiene sentido que estés pasándolo mal ahora pensando en un futuro que no sabes si tendrás. Carpe Díem. Disfruta de la vida... fumando. Ahora.
- En vez de dejarlo podrías pasarte al tabaco de liar. Te sacia más, por lo que fumas menos, sale más barato, es menos perjudicial...
- Recuerda esa sensación al dar la primera calada a un cigarro. Lo bien que sabe el primero de la mañana, o el de despues de comer, o ese nada más salir del cine ¿Te imagínas lo acojonantemente bueno que te sabría ahora?
- Has resistido unas 200 veces la tentación de fumar en lo que va de día. ¿Y por sólo una que no resistas se considera que has fallado? Vamos hombre, ¡No es justo! Por uno no pasa nada. Fumar una vez de las 300 que te ha apetecido no es fracaso, ¡sigue siendo una victoria casi absoluta!
- ¿Y si en vez de dejar de fumar por completo rebajas del paquete a 2 o 3 cigarrillos al día? Fumar tan pocos es prácticamente como no fumar. Te llevas lo bueno (placer) y evitas lo malo.
- Fuma. F U M A. Fuma. fuma fuma fuma fuma fuma fuma fuma fuma fuma fuma fuma fuma fuma fuma FUMAAAAAAAA !!!!!!!!!!!!!!!!


Me siento como el profeta Brutha en el desierto, cuando los dioses menores sin creyentes trataban de tentarle con imágenes de cerdo asado, cerveza fría y escenas de gratificación carnal. Pero yo no tengo un pequeño gran dios Om que me reclame como suyo y les mantenga a raya. Eso debo hacerlo yo mismo. Y cuesta. Vaya si cuesta.

Uffff
Parezco un yonki

1 comentario:

Lluvia dijo...

Creo que no estás siendo en absoluto realista.

Decir que te pasabas casi cuatro horas de tu día fumando no es acertado, puesto que das la impresión de que mientras fumabas no hacías nad amás y que al dejar de fumar tienes 4 horas extras... No es así. La mayoría de las veces se hace algo mientras se fuma, ya sea leer, ver pelis, escuchar música, tomarse un café, escribir... lo que sea.

Por otro lado... te has parado a pensar que si los días se te hacen taaaaaaaaaaan eternos puede deberse a que:

-1.- Estás de vacaciones. Osea, no vas a trabajar, y eso si que te deja un montonazo de horas libres.

-2.- Ahora tienes todas las horas libres, pero te pasas el día metido en casa. Cuando uno tiene que trabajar, las horas que luego se pasa en casa jugando al pc, viendo pelis, leyendo, o lo que sea... son un lujo y sientan genial al volver a casa.

Cuando uno no hace nada más a lo largo del día... las horas se hacen eternas, el mal humor es inevitable, así como la apatía, el sentir que la vida pasa sin más...

Y obviamente, todo eso son factores que agravan la ya de por si acuciante necesidad de fumar.

Si intentas tomar las riendas de la situación y aprovechas el día para salir con la moto, ir a judo, de excursión al monte, al rocódromo -que te gusta- y demás en lugar de quedarte en casa empecinado en hacer cuentas absurdas y en desarrollar teorías de porque la cosa falla... te irá mejor, ya lo verás.