31 enero 2010

Lecturas de Enero 2010

Éste año lo he empezado con un hambre lectora inusitada. Me he comprado un lector de ebooks y me he tomado como pasatiempo darle de comer y gastarle la batería :P

He leído en cantidades no igualadas desde mi adolescencia. A ello ha contribuido haber descubierto un nuevo autor, del que ya os he hablado en un par de ocasiones, y un nuevo subgénero que me tiene muy interesado. Pero estoy adelantando acontecimientos. Veamos la lista de lecturas de este mes de Enero.

1º – Guerra Mundial Z, de Max Brooks

Hacía tiempo ya me leí su “Guía de supervivencia zombi”, algo parecido al manual de supervivencia de la SAS pero aplicado a un holocausto zombi. Los que me conocéis ya sabéis que me encantan las ambientaciones postapocalipticas y los escenarios zombi. Me gusta ponerme en la piel de los personajes y planearme qué haría yo en esa situación, cómo me afectaría, etc.
Guerra Mundial Z sorprende precisamente por el mismo motivo que su anterior libro. El autor (¡hijo de Mel Brooks!) se plantea completamente en serio cómo afectaría una plaga zombi al mundo actual y a la población. Más que buscar dar miedo como una novela de terror viene a ser un ejercicio de “¿Y si...
El libro está escrito en forma de entrevistas a supervivientes del holocausto zombi de diferentes países por todo el globo. Está estructurado siguiendo las diferentes fases de la plaga, de forma que tienes un puñado de testimonios sobre el primer contacto con los infectados, luego sobre el gran pánico, etc. Me ha parecido un enfoque nuevo, "serio" y alejado de la visión que dan las películas de terror de zombis.

2º – Recopilatorio de Conan el Bárbaro, volúmenes 1,2 y 3. De Robert E. Howard.

Últimamente (quizá como contraste de mi proyecto sobre distopías) me apetece lectura ligera. El tema zombi es sólo una de las opciones. Tengo una colección de relatos de Conan en 12 volúmenes, los 3 primeros reunidos en un mismo libro. Son todas historias cortas, entretenidillas y con mucha acción, las de ese volúmen sobre los años mozos de Conan.
En parte me decidí a leerlo por la biografía del autor. Leí que de crío era un tirillas y un raruno y los demás niños le cascaban por empollón. Se hizo fanático de los deportes y la gimnasia, poniéndose cachas y destacando como boxeador. En su adolescencia ya media metro ochenta y pesaba sus 90 kilitos. Es curioso que el marginado de clase se convierta en un titán. Y más aún que tuviera esa similitud con su personaje más famoso. No obstante parece que el ser un inadaptado no se le pasó. Se mantuvo introvertido, caprichoso e irritable. Fantaseaba con el suicidio y a los 30 años, sabiendo que su madre agonizaba, se voló la tapa de los sesos en el punto más alto de su carrera como escritor. Curioso.

Algo que me ha llamado la atención es que era colega de Lovecraft, en algunos relatos se nota cierto aire lovecraftiano :)

3º El ángel más tonto del mundo, de Christopher Moore.

Ya os he hablado del que considero mi “autor revelación del año” (como en su momento lo fue Terry Pratchett). No consigo controlar las carcajadas cuando leo sus libros.
En éste libro el ángel más tonto del mundo es enviado a la tierra para hacer un milagro navideño con consecuencias nefastas. En el libro salen policías fumetas, ex-actrices esquizofrénicas, amas de casa de palas tomar y un murciélago de la fruta llamado Roberto.
Como ya os conté todos sus personajes están locos (como en American Beauty) y es de esos libros que disfrutas de cada página por cómo está escrito.

4º Un negocio muy sucio de Michael Moore

Mi segundo libro del autor. Mejor que hablaros de él os pondré una pequeña muestra

Charlie Asher caminaba por la tierra como camina una hormiga sobre la superficie del agua, como si, al más leve tropiezo, pudiera caer en picado y verse engullido por los abismos. Dotado de la imaginación de un macho beta, pasaba gran parte de su tiempo escudriñando el porvenir por si lograba atisbar las formas en que el mundo conspiraba para matarlo. A él, a su esposa, Rachel, y ahora también a Sophie, su hija recién nacida. Pero, pese a su concentración, pese a su paranoia y sus incesantes desvelos, desde el momento en que Rachel hizo pis y en la prueba de embarazo salió una rayita azul, hasta el momento en que la llevaron a la sala de reanimación del St. Francis Memorial, la Muerte logró colarse en su vida de rondón.

- No respira -dijo Charlie.

- Respira perfectamente -respondió Rachel mientras daba palmaditas en la espalda del bebé-. ¿Quieres cogerla?

Charlie había cogido en brazos a la pequeña Sophie unos segundos ese día y enseguida se la había pasado a la enfermera, alegando que alguien más ducho que él debía hacer el recuento de los dedos de sus manos y sus pies. Él ya lo había hecho dos veces y siempre contaba veintiuno.

- Se comportan como si eso fuera todo. Como si, porque la cría tenga los diez dedos de los pies y los diez de las manos, todo fuera a salir bien. ¿Y si hay alguno de más? ¿Eh? ¿Y si hay dedos de regalo? ¿Y si el bebé tiene cola? (Charlie estaba seguro de haber visto una cola en la ecografía del sexto mes. ¿El cordón umbilical? ¡Sí, ya! Había guardado una copia en papel.

- No tiene cola, señor Asher -explicó la enfermera-. Y son diez y diez, todos los hemos contado. Quizá debería irse a casa y descansar un poco.

- Seguiré queriéndola aunque tenga un dedo de más en la mano.

- La niña es perfectamente normal.

- O en el pie.

- Sabemos lo que hacemos, de verdad, señor Asher. Es una niña preciosa y sana.

- O cola.

La enfermera exhaló un suspiro. Era baja y ancha, y llevaba en la pantorrilla derecha una serpiente tatuada que se le veía a través de las medias blancas de enfermera. Se pasaba cuatro horas al día dando masajes a bebés prematuros, con las manos metidas por los agujeros de una incubadora como si estuviera manipulando una sustancia radioactiva. Les hablaba, les animaba, les decía lo especiales que eran y sentía aletear el corazón en sus pechos, no más grandes que un par de calcetines de deporte enrollados. Lloraba por cada uno de ellos y creía que sus lágrimas y sus caricias insuflaban una pizca de su propia vida en aquellos cuerpos minúsculos, lo cual le parecía de perlas. Podía permitírselo. Llevaba veinte años trabajando con neonatos y nunca le había levantado la voz a un padre primerizo.

- ¡No hay cola que valga, merluzo! ¡Mire! -Apartó la manta y le apuntó con el trasero de Sophie como si esta pudiera descargar una andanada de caca armamentística como aquel cándido macho beta no había visto otra igual.

Charlie se apartó de un brinco (era un treintañero ágil y atlético) y, al darse cuenta de que el bebé no estaba cargado, se enderezó las solapas de la chaqueta de tweed con ademán de justa indignación.

- Podrían haberle quitado la cola en el paritorio y no nos enteraríamos. -Él no sabía qué había ocurrido. Le habían pedido que saliera del paritorio; primero, se lo pidió el obstetra y, después, Rachel («O él o yo», había dicho Rachel. «Uno de los dos tienes que irse»).

En la habitación de Rachel, Charlie dijo:

- Si le han quitado la cola, la quiero. La niña querrá tenerla cuando sea mayor.

- Sophie, tu padre no está loco, en serio. Es solo que hace un par de días que no duerme.

- Me está mirando -dijo Charlie-. Me está mirando como si me hubiera gastado el dinero de sus estudios apostando en las carreras y fuera a tener que buscarse la vida para sacarse el MBA [1]

[1]N. de la T.:Master in Business Administration,«Master en gestión de empresas».

Rachel lo cogió de la mano.

- Cariño, no creo que pueda fijar la vista tan pronto y, además, es un poco joven para empezar a preocuparse por buscarse la vida para sacarse el MFA.

- MBA -puntualizó Charlie-. Ahora empiezan desde muy pequeños. Para cuando yo encontrara el camino al hipódromo, ella ya podría tener edad suficiente. Dios, tus padres van a odiarme.

- ¿Y en qué cambiaría eso las cosas?

- En que tendrán nuevos motivos, en eso. Ahora he convertido a su nieta en una shiksa [2]

[2] N. de la T.: Del yiddish shikse. Término despectivo para referirse a una mujer hebrea que no observa los preceptos de su religión.

- No es una shiksa, Charlie. Ya hemos pasado por esto. Es mi hija, así que es tan judía como yo.

Charlie hincó una rodilla junto a la cama y cogió entre los dedos una de las manitas de Sophie.

- Papá siente haberte convertido en una shiksa.

-Bajó la cabeza y escondió la cara en el hueco que había entre el bebé y el costado de Rachel. Su mujer recorrió con la uña de un dedo la línea de sus entradas, describiendo una curva cerrada alrededor de su estrecha frente.

- Tienes que irte a casa y dormir un poco.

Charlie masculló algo contra las sábanas. Cuando levantó la vista tenía lágrimas en los ojos.

- Está calentita.

- Claro que está calentita. Tiene que estarlo. Es cosa de los mamíferos. Va con la lactancia. ¿Por qué lloras?

- Sois muy guapas. -Se puso a arreglar el pelo oscuro de Rachel sobre la almohada, colocó un largo mechón sobre la cabeza de Sophie y empezó a peinarlo como si fuera un peluquín para bebés.

- No pasa nada si no le crece el pelo. Había una cantante irlandesa que siempre estaba enfadada y no tenía pelo, y era muy atractiva. Si tuviera su cola, podríamos extraer unos folículos y trasplantárselos.

- ¡Charlie, vete a casa!

- Tus padres me culparán a mí. Su nieta, shiksa y calva, buscándose la vida para sacarse un master en administración de empresas. Y todo por mi culpa.

Rachel cogió el timbre que había sobre la manta y lo sostuvo en alto como si estuviera conectado a una bomba.

- Charlie, si no te vas a casa a dormir un poco ahora mismo, te juro que llamo a la enfermera y le digo que te eche.

Parecía hablar en serio, pero sonreía. A Charlie le gustaba ver su sonrisa, siempre le había gustado; era como si le diera su aprobación y al mismo tiempo le concediera permiso. Permiso para ser Charlie Asher.

- Vale, ya me voy. -Levantó la mano para tocarle la frente-. ¿Tienes fiebre? Pareces cansada.

- ¡Acabo de dar a luz, ratón!

- Es que estoy preocupado por ti. -Él no era un ratón. Pero Rachel lo culpaba por lo de la cola de Sophie, por eso lo llamaba «ratón» y no «merluzo», como todos los demás.

- Cariño, vete. Ahora mismo. Para que pueda descansar un poco.

Charlie le ahuecó las almohadas, comprobó la jarra de agua, remetió las sábanas, la besó en la frente, besó al bebé en la cabeza, ahuecó al bebé y empezó luego a recolocar las flores que había enviado su madre, puso el gladiolo delante, lo resaltó con un ramillete de velo de novia y…

- ¡Charlie!

- Ya me voy. ¡Jolín! -Inspeccionó la habitación una última vez y luego retrocedió hacia la puerta-. ¿Quieres que te traiga algo de casa?

- No necesito nada. Con el kit de emergencia que metiste en la maleta está todo cubierto, creo. De hecho, puede que ni siquiera necesite el extintor.

- Mejor tenerlo y no necesitarlo que necesitarlo y…

- ¡Largo de aquí! Voy a descansar un poco. Luego vendrá el médico a echar un vistazo a Sophie y por la mañana nos la llevaremos a casa.

- Me parece muy pronto.

- Es lo normal.

- ¿Quieres que te traiga más propano para la cocina de camping?

- Intentaremos que nos dure.

- Pero…

Rachel levantó el timbre como si, si no se cumplían sus exigencias, las consecuencias pudieran ser fatales.

- Te quiero -dijo.

- Yo a ti también -respondió Charlie-. A las dos.

- Adiós, papá. -Rachel levantó la manita de Rachel para que saludara como si fuera una marioneta.

Charlie notó un nudo en la garganta. Nadie lo había llamado nunca «papá», ni siquiera una marioneta (una vez le había preguntado a Rachel mientras hacían el amor: «¿Quién es tu papaíto?», a lo que ella había respondido: «Saúl Goldstein», dejándolo de ese modo impotente una semana entera y despertando en él toda clase de dudas en las que no quería pararse a pensar).


¡Chúpate esa! de Christopher Moore

En ésta ocasión Christopher Moore se sube al carro del género de moda y nos da su versión de lo que debería ser una historia de vampiros. Por supuesto el resultado es delirante :)
Lo más curioso de éste es que los personajes que en Un trabajo muy sucio son secundarios y a penas se les nombra en éste son protagonistas, y ambas historias se entrecruzan. Por lo demás sigue en la línea (hilarante) de los anteriores.

Apocalipsis Zombie de Manel Loureiro.

Otra novela de zombis ésta vez escrita por un gallego. Me ha gustado bastante, viene a ser similar a El amanecer de los muertos pero en libro. Y se agradece por fin una historia de zombis centrada en España, en vez de yankilandia.
El autor ha ido publicando su novela en su web a medida que la escribía. Ya casi tiene acabada la segunda. Podéis ir leyendo ambas aquí y aquí.

Cuando descubrí a Pratchett busqué y me leí sus novelas de tirón, devorándolas una tras otra. Me está pasando lo mismo con Christopher Moore y con el género de “terror zombi”. Supongo que durante el mes de febrero seguiré en esa línea a menos que surja alguna sorpresa literaria o consiga hacer acopio de voluntad y pelearme con algún clásico.

2 comentarios:

Lluvia dijo...

Bueno, a raiz de ver tu lista... (y de escucharte hablar de él un montón de veces :P) Me picó el gusanillo y me compré el de la Guerra Mundial Z. Lo primero de todo...

Oh! Sorpresa!! Es un bestseller! :P

Oh! Más sorpresas!! Brad Pitt sí, ese actor rubito e ídolo de mujeres de casi toda condición, incluidas adolescentes que mojan las bragas a su paso (a pesar de que el tipo ande por la cuarentena) y casado con la Jolie prepara una película sobre el libro!! :P

Bueno, dejando eso aparte... El libro me ha gustado. Es ameno de leer, engancha y resulta más o menos creible incluso para mi mente científica. (Vaya usté a saber, cosas más raras hemos visto)

La única pega...te quedas con ganas de más en algunos casos.

Quiero decir, hay historias realmente interesantes que sólo se bosquejan y te quedas con ganas de saber qué pasó, cómo continuó la vida de esa persona...

Gaueko dijo...

Ñiñiñiñiiii!!! Eres mala xD

¿Película? :O parece ser verdad!
http://soy.bluebbva.com/2008/06/brad-pitt-produce-la-guerra-mundial-de-zombies-y-humanos.asp

A ver qué les sale.

Sobre el libro ya te dije que destaca por aportar un enfoque nuevo a las historias de zombis. De normal se centran en los supervivientes, cómo han sobrevivido, y en el horror que han sentido.

El libro de Max Brooks está escrito como un documental, haciendo entrevistas a diferentes personas de todo el mundo y explicando, a través de ellos, qué pasó y cómo se desarrolló la plaga zombie. Destaca por el nuevo enfoque y por el tratamiento "realista" en vez de ser una novela más emocional de terror. Excatamente igual que con su anterior libro, la guía de supervivencia zombie.

Sobre las ganas de más, a mi también me pasó con algunas. Pero con el enfoque del libro si se centrase más en los personajes perdería coherencia y credibilidad :P